JOE BONAMASSA NOS CUENTA COMO VE LA INDUSTRIA DISCOGRÁFICA ACTUAL
Tu discográfica lo está llevando bien. Es
decir, para un artista independiente es increíble todo lo que has conseguido a
lo largo de los diez últimos años.
Hemos tenido mucha suerte. En un inesperado giro
del destino, de alguna manera hemos conseguido aumentar nuestras unidades más y
más, en un país en el que las ventas de discos han caído en picado y las
tiendas de discos cierran. No vendemos muchas unidades si nos comparamos con
Adele o Beyoncé o artistas de primera clase. No movemos muchas unidades, pero
sí que movemos cada vez más. Y está comprobado que mis fans, que han sido tan
generosos conmigo a través de los años, prefieren comprar el álbum que
conseguirlo gratis. Y trabajamos muy duro, y Mascot trabaja muy duro en Europa
con la presentación. Los vinilos se ven genial, las carcasas, los libretos, las
cajas especiales que Ed hace para nuestros álbumes son fantásticas. Todo esto
añade valor extra que sirve para animar a los fans a salir de casa y comprar el
disco, ya que sí que saben lo que significa para nosotros. No es que queramos
llevarnos maletines llenos de dinero, cada euro o cara dólar, sino que lo
reinvertimos en el producto.
A los servicios de streaming, como Tidal de Jay Z,
no les está yendo tan bien después de todo. ¿Eso significa que la gente, si
está dispuesta a gastar, quiere algo especial? ¿Es eso lo que te diferencia?
Creo que lo que está pasando es que la gente ve una
grieta en la industria que se asemeja a un falso Robin Hood. Es fácil para Jay
Z, que ya ha ganado dinero suficiente, que le da para toda su vida, decir de
repente: “Bueno, hay que centrarse en las personas.” Bueno, pensemos en eso
durante un momento: no todo el mundo puede posicionarse así y ¿qué le dice eso
a un artista en potencia? ¡Que no hay oportunidades! No van a poder tener
éxito, con estos peces gordos que tienen líneas de ropa y empresas de vodka
entre otras inversiones, y que tienen básicamente un libro de cheques en blanco
de alguna corporación AmEx o alguna línea de crédito con la que pueden
permitirse perder cincuenta millones de dólares en un proyecto. ¿Cómo ven eso
los chicos que están en una furgoneta Mercedes Sprinter viajando por Alemania
como hice yo hace diez años con la esperanza de vender Cds de veinte euros
desde el asiento de detrás para costear la gasolina, y como mucho el hospedaje?
Y encima plantas la semilla en el público diciendo: “la música es gratis, mirad
a Jay Z o mirad a U2, y tal y tal…” ¿Qué te dice eso? ¿Qué dice eso a jóvenes
artistas que están surgiendo? ¿Para qué intentarlo siquiera? No creo que esa
sea una buena forma de continuar, creo que la forma correcta sería intentar
mantener… es casi como lo que se hace para mantener el precio del oro. ¿Se
necesita un lingote de oro? Cuando llueve y necesitas un paraguas, y tienes ese
paraguas y viene alguien y te dice: “te cambio ese paraguas por un lingote de
oro”, tú dices “¡no necesito un lingote de oro, necesito un paraguas!” Pero de
alguna forma el precio del oro respalda la moneda, ¿sabes a lo que me refiero?
Y en la música ocurre lo mismo. Tienes que crear valor adicional, como, por
ejemplo, con la presentación y en la música. Quieres hacer que la gente lo
compre, y Adele es el ejemplo perfecto. Ella dijo: “No vamos a valernos de
Spotify. No vamos a valernos de ninguna de estas herramientas. únicamente vamos
a vender discos.” Y vendió cinco millones de discos en las primeras dos
semanas. Y ahí dices: “esa es la señal.” La calidad y mantener ese valor en la
música sigue funcionando.
Se podría pensar que la crisis de la industria
podría devolver a las discográficas independientes a la primera línea y apostar
por un producto mejor. Pero ese no es el caso.
No. Bueno, podrías esperar que… Yo siempre digo
que la industria musical de 2016 y la de 1958 se parecen mucho. Hay muchas pequeñas
discográficas independientes surgiendo en distintas partes del mundo, haciendo
marketing en teoría para una parte muy específica de la población. Y el único
problema es: hay gente que hace álbumes y luego hay gente que tienen el equipo
de grabación. El precio de la entrada para entrar en la industria ahora es muy
bajo. Puedes ir a Guitar Center, a 5 minutos en coche de mi casa, y si tienes
doscientos cincuenta dólares puedes tener un equipo de grabación mejor, de
mayor fiabilidad y con mil pistas más de las que disponían Los Beatles para
grabar su “White Album”. Lo único que no tienes son las canciones (risas) y la
habilidad de cantarlas. Y dado que ahora todo el mundo puede ir a un micrófono
y gritar, sin importar en qué tonalidad canten, y el sonido puede ser
manipulado y llevado al punto en el que todo el mundo puede ser Pavarotti,
Frank Sinatra, Nat King Cole o Sam Cook, con una afinación perfecta, el precio
de admisión se ha infravalorado, ¿sabes? Elvis tenía que grabar tomas en
directo. Buddy Holly también tenía que hacerlo así. Frank Sinatra grababa en
vivo también. B.B. King grababa en el estudio en directo. Y nadie te contrataba
si no eras capaz de cantar en vivo en el estudio. Ahora te ofrecen un contrato
si sales en un programa de Disney Channel. Te contratan si tienes buen físico y
puedes medio cantar, si tienes más de un millón de seguidores en Instagram. Y
eso no es talento, eso es descaro para salir en los medios y algo de buenos
genes. Si eres guapo o guapa y medio cantas, estás dentro.
Bueno, eso siempre ha pasado desde los inicios del
Rocanrol. Siempre ha habido bandas como Los Monkees.
Ya. Pero si te paras a pensarlo: como Los Monkees,
cuyos discos los hacían Wrecking Crew. La banda nunca, o muy raramente, que
tenía que tocar en el estudio tocaba de verdad. Pero tenían que cantar las
canciones de alguna manera. Ahora un boyband como Los Monkees o cualquiera de
estos grupos de segunda categoría que se te ocurran, en comparación con algunas
de las cosas que oigo actualmente, sin querer sonar como un viejo, pero lo
haré, quiero decir, Los Monkees están a años luz de lo que tenemos ahora. Me
frustra lo que se considera música hoy en día. Me frustra como la gente percibe
eso y luego se acercan a ello sin ningún contacto con el alma humana. La música
es pura conexión con el alma y con los sentimientos derivados de los miedos,
alegrías, penas o dolor más internos. Si te paras a escuchar muchas cosas que
salen hoy en día, suena a rap robótico… Y todos estos cantantes suenan como si
fueran niños. No suenan como adultos. Cantan como niños. Son malos tiempos.
Sí, todos suena igual.
Todo es muy homogéneo. Es una locura. Tenemos una
canción en el álbum y yo… hicimos esta canción, bueno, el título de la canción
es “Blues Of Desperation”. Y por alguna razón, Kevin y yo tenemos una serie de
señas de identidad que nos gusta añadir a todas nuestras composiciones. De
alguna manera conseguimos, al menos de una manera con gusto, encontrar un sitio
para un theremín etherwave. Al más puro estilo de Jimmy Page. Y me acuerdo de
estar instalándolo, y el ingeniero ayudante que probablemente tenía unos veinte
años decía: “¿qué es eso?” Y yo: “es un theremín etherwave.” Dije: “¿alguna vez
has visto alguno?” Lo conecté con el Echoplex y mi pedalito de volumen y, ya
sabes, fue como el manual de Jimmy Page de 1972. Y llevo usando este manual
desde “The Ballad Of John Henry” y es bastante divertido. Añade algo de tensión
y es divertido. Y él se quedaba mirándolo como si fuera una novela y dije: “No,
esto es un truco de Jimmy Page.” Él chico estaba “oh, oh…” Y me doy cuenta de
que estaba intentado tocar. Digo: “¿conoces a Jimmy Page?” y él me pregunta:
“¿en qué banda estaba?” y digo: “Led Zeppeling, ¿sabes qué? No es su culpa. Ahí
tienes tu señal.” Le señal era la guitarra eléctrica. Estábamos en una habitación
llena de amplificadores de guitarras eléctricas que se hicieron entre 1964 y
1966. El material más antiguo estaba en la otra habitación. Y estamos aquí en
una mesa con un puñado de libros sobre guitarras, guitarras eléctricas que se
habían hecho antes de 1960. Mi idea es que la guitarra eléctrica y todas estas
cosas han estado, al menos hasta muy recientemente, en la primera línea de la
música pop. Si tenías una guitarra eléctrica, un amplificador o una guitarra
acústica y un micrófono, podías dominar el mundo. Esto ha venido sucediendo
desde hace casi setenta años, probablemente desde finales de los 40, principios
de los 50, el nacimiento del rocanrol. Empieza a estar Chuck Berry e incluso
esos blues eléctricos de Chicago. A eso se consideraba música popular. Sin
duda, hacia 1960, la guitarra eléctrica dominada el mundo. Esa es la razón por
la que hay tantas. Y esto ha venido sucediendo durante sesenta y setenta años.
Es bastante tiempo. Es casi tres cuartos de un siglo. Y no hay nada nuevo que
crear. Lo que hacemos ahora no es nada más que homenajear el pasado, nada de
hacer algo nuevo, sino de darle un giro. Y la concepción de una banda
tradicional, con una batería, un bajo, un teclado, un cantante, una guitarra…
La idea de ese modelo de banda tradicional queda obsoleta con los DJs. E
incluso si tienes una banda. A veces veo a gente tocando, un batería, otra
persona con un teclado Nord, y otro con un Macbook Pro, y eso es una banda. Con
su cantante, con un montón de reverberación y suena a un demo de Brian Eno. Ese
es el problema: toda esta tecnología es tan plana… Y yo estoy sentado aquí con
treinta y ocho años, la desprecio. Desprecio el tener que actualizar mi
teléfono cada tres semanas. Desprecio el tener que aprender algo sin un manual.
Los jóvenes aceptan todo esto hoy en día y son muy modernos y muy duchos, y lo
usan para hacer música, dejándonos a nosotros, desafortunadamente, atrás. Exacto.
Habiendo dicho eso: eres muy visible en la redes
sociales también.
Lo que pasa con las redes sociales es que si se
quiere tener éxito en la industria musical, es obligatorio tener presencia en
ellas. Y las uso porque he encontrado un subgénero de fans que tienen en común el
ser aficionados y un poco frikis de las fotos de guitarras antiguas. Las uso para
llegar a ellos y para quitarle el traje y las gafas de sol al tío que puede o
no puede que hayan juzgado, basándose únicamente en una foto. Y esto me ha
servido muchísimo, es un mal necesario en los tiempos que corren, porque me
ayuda a vender entradas para los conciertos. Ayuda a que se propague la
información. La mayoría del dinero que nuestra pequeña compañía invierte en promocionar
el álbum, solía ser un noventa por ciento en promoción tradicional: invirtiendo
en visibilidad para el álbum en las tiendas, sacando publicidad en revistas,
algún anuncio de radio en sitios clave y haciendo correr la voz. Ahora, es
prácticamente al contrario. Quedan tan pocas revistas que se puede comprar la
publicidad al por mayor. La impresión está muriendo. Respecto a la radio… La
gente ya no escucha aquí en EE.UU. la radio. Escuchan su propia lista, o XM o
servicios de streaming en el coche. Así que, la mayoría de dinero que se
invierte en promoción de un álbum es en redes sociales y en medios digitales.
Es un cambio paradigmático. Es un cambio paradigmático total. Los días en los
que consultábamos el Hit Parade o la Revista Billboard y decíamos: “¿qué hay de
nuevo?” han terminado. Ahora puedo alcanzar a dos millones de personas
levantando una copia de mi álbum y tocando algún riff de jazz que me acabo de
inventar. Les dejas entrar en tu casa, en tu vida personal y a la gente le
gusta eso, lo comparten y cuesta nada. Me cuesta treinta euros al mes tener el
contrato de internet, no está nada mal para las Hollywood Hills.
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